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Miércoles, marzo 2nd, 2016

El Retratista del Modernismo

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Si hay algún género artístico con el que se haya terminado por identicar a Ramon Casas, este ha sido sin duda el del retrato. El retrato aparece en multitud de obras suyas, como dibujante y como pintor, en retratos propiamente dichos, pero también en caricaturas, carteles, cartas, etc. Incluso las guras femeninas de sus obras de género, desde la Madeleine de la época parisina hasta sus chulas de después de 1900, como Angustias o Amparo, aparecen en ocasiones con nombres concretos, aunque sus modelos no se llamaran así, como si sintiera la necesidad de singularizarlas. En consecuencia, un buen número de obras maestras surgidas de sus manos deben adscribirse a este género.

4167_casas © Carles Insenser - InPhoto
Retrato de dama, 1905. Colección particular

A través de los retratos que pintó a lo largo de su vida podemos apreciar la evolución de su estilo. Sus primeras creaciones ligadas a este género son, como suele suceder, autorretratos y retratos de familiares o amigos íntimos, es decir, de la gente que tenía más a mano y a la que podía estudiar con más facilidad (incluido él mismo). El autorretrato fue, de hecho, un tema constante a lo largo de su vida, al que dedicó un buen número de obras.

4200_casas © Carles Insenser - InPhoto
Autorretrato, 1909. Colección particular

Casas pretendió realizar una galería de hombres ilustres, es decir, quiso retratar a las principales personalidades del ámbito cultural de su tiempo, no solo de Cataluña (como su amigo Miquel Utrillo), sino incluso de España o Europa (Anders Zorn, William Degouve de Nuncques), valiéndose de su facilidad para el dibujo, ejecutando los retratos rápidamente al carboncillo con toques de pastel o gouache. Poco a poco, Casas se fue convirtiendo, casi sin darse cuenta, en el principal retratista de su tiempo, solicitado también por la burguesía. Dentro del nutrido grupo de retratos que realizó en vida, los dedicados a la gura femenina ocupan un lugar especial, muchas veces convertidos en la excusa perfecta para recrearse en su belleza. A partir de 1900, fue frecuente que Casas presentara a sus modelos ataviadas según la moda española —sombreros, peineta, mantones—, pero también vestidas conforme a las últimas tendencias, a partir de un concepto de elegancia muy a menudo ya convencional. (…)*

Jordi Sánchez

Juan C. Bejarano

*Se puede leer el texto completo en el libro Ramon Casas. La vida moderna


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