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Jueves, marzo 21st, 2024

Los viajes de Ramon Casas. Dibujos y pinturas desde la proximidad y la lejanía. (Parte IV)

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REENCUENTOS EN LA CIUDAD DE LAS LUCES

Al año siguiente, en enero de 1892, Ramon Casas se encuentra de nuevo en París acompañado por Santiago Rusiñol. Volverá años más tarde; concretamente, entre febrero y marzo de 1899, acompañado por su pareja Emília y con Josefa Ribot y, en mayo del mismo año, coincidiendo de nuevo con Rusiñol, que se ha desplazado hasta allí para seguir un tratamiento de desintoxicación de la morfina. En aquellos momentos, Casas se relaciona con un círculo cultural formado por el crítico de arte Pere Coll, el músico Isaac Albéniz y los pintores Maurice Lobre y Josep Maria Sert. Uno de los trabajos que hace en estos momentos es un cartel con la finalidad de difundir La Maison de l’Art Nouveau propiedad de Siegfried Bing.

Otra de las estancias remarcables de Ramon Casas en París se produce en 1900; pasará ocho meses entre marzo y octubre, fijando su residencia de nuevo en el conocido barrio de Montmartre. Esta larga temporada coincide con la celebración de la Exposición Universal de París de 1900, la quinta que se realizaba en la capital francesa. Para poner en contexto los antecedentes de este tipo de muestra, hay que indicar que la primera Exposición Universal se produjo en Londres el año 1851, donde Gran Bretaña demostraba supremacía a nivel industrial y técnico. A partir de entonces se fueron celebrando paulatinamente a lo largo de los años y del espacio en otras ciudades que adaptaron rápidamente la fórmula expositiva: París (1855, 1867, 1878 y 1889), Londres (1862), Viena (1873), Filadelfia (1876), Sídney (1879), Melbourne (1880), Ámsterdam (1883), Amberes (1885), Barcelona (1888) y Chicago (1893). En la edición de 1900 en París, en una superficie de más de cien hectáreas estaban representados todos los campos del conocimiento y de sus aplicaciones prácticas: la educación, el arte y sus oficios, la mecánica, la agricultura, la horticultura, las industrias relacionadas con la decoración, etc. Además de los diferentes pabellones de los países representados, ocupaban el espacio el palacio de la electricidad y el palacio de la vidriería, entre otros más. Numerosos periódicos y revistas internacionales se hacían eco del acontecimiento y diversos artistas y arquitectos catalanes visitaron la Exposición Universal de París de 1900; como ejemplo podemos citar a Isidre Nonell, Pablo Picasso y, evidentemente, Casas, que presentó dos óleos: Portrait de Mlle. E. C. y Retrato de Erik Satie. Una fuente valiosa de las impresiones que suscitaron en Casas la citada exposición nos las da el mismo artista, un hecho no muy común por lo poco que le gustaba escribir. Nos referimos a la carta de veinticuatro páginas que envió a Miquel Utrillo y que éste publicó por partes en la revista Pèl & Ploma, que ambos dirigían, en los números 55, 56 y 57, correspondientes al 1 de julio, al 15 de julio y al 1 de agosto de 1900. En este texto le explica con confianza a su amigo qué le ha parecido la exposición con sus gustos marcados por un criterio personal:

«Te prometí decirte algo de los cuadros de la Exposición; ¡pues bien! hoy he ido y, procurando mirarlos de una tirada, ¡han dado las 6 y justo aún me encontraba en la mitad! Ahora te diré lo que he visto y ya iré continuando».

Ramon Casas la parisina oleo sobre tela 1900
La parisina. Óleo sobre tela, c. 1900.

La Exposición era un escaparate de lo que se hacía en el extranjero y Casas valora las temáticas, presta atención a los colores y, en definitiva, expresa sus preferencias artísticas. Comentó los cuadros de la exposición con las diferentes secciones de los países representados por este orden: Japón, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, España —de la que destaca a Joaquín Sorolla—, Italia, Austria, Hungría y Portugal. También reseña los premios de las medallas de honor, de oro o primeras, la exposición consagrada a Rodin y el pabellón de Bing, creador de la tienda La Maison de l’Art Nouveau. Hablará también de los tipos de público que asisten, la novedad de la plataforma móvil que se instaló y que permitía recorrer prácticamente todo el recinto de la Exposición, además de los profesionales de diferentes campos y oficios que la estudien. Para más información, envía a Utrillo los catálogos oficiales. De la misma manera que en Pèl & Ploma se publicó la carta que Casas envió a Utrillo sobre sus comentarios de la Exposición Universal de París de 1900, también se reprodujeron en la revista una serie de ilustraciones de Casas, al carboncillo o con tintas de colores. Predomina la representación de mujeres, un tema que, desde un punto de vista historiográfico, ha sido tratado por Erika Bornay, Francesc Fontbona, Mercedes Palau-Ribes y Núria Aragonès. Las pinturas de Casas sobre esta temática se convirtieron en obras de categoría. La estancia parisina había dado sus frutos; de vuelta a Barcelona se lleva carpetas llenas de dibujos, acuarelas en pequeño formato, de todo aquello que aprendió, vivió y vio en París. Son ejemplos Ressò de les festes de Tolón [Eco de las fiestas de Tolón], Figura femenina en vermell [Figura femenina en rojo] o Bust de dama [Busto de dama], todas ellas de 1900.

Ramon Casas la parisina carboncillo y pastel sobre papel 1900
La parisina. Carboncillo y pastel sobre papel, c. 1900.

El canon de belleza está definido; son mujeres jóvenes, esbeltas, elegantes, sofisticadas, y llevan vestidos y complementos de la última moda de París. En definitiva, estamos hablando del icono de la parisina, paradigma del buen gusto y la modernidad personificada. Podemos extraer unos rasgos comunes en la obra de Casas; son mujeres que se muestran sin ninguna decoración escénica, incluyéndose entre el contexto urbano de las calles de la ciudad, en paisajes que podemos identificar de la Exposición Universal de París de 1900 —como La plataforma movible (1900)—, en que las figuras femeninas son como un mecanismo para mostrar la modernidad de la ciudad en constante transformación. También podemos encontrarlas en interiores, lo que denota un carácter más íntimo. Sea como sea son ambientes típicamente parisinos que nos transportan a aquella época. En algunas ocasiones nos podemos encontrar que el mobiliario acompaña a las figuras, como en Molinera de la Galette (1900), La parisina (1900) o el dibujo reproducido en la portada de Pèl & Ploma (5 de mayo de 1900, núms. 48-49), en que las mujeres están sentadas en una silla o un banco.

Fàtima López Pérez.


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